Del «homo sapiens» al “stultus homo”.

Hace unos días que leí una entrevista a un divulgador científico, José Antonio Ruíz, autor de un libro con un título algo llamativo, “El último sapiens”.

Repetía este autor algo que recoge en su obra: “Aunque parezca ciencia ficción, no lo es: es ciencia. Por primera vez en la historia de la humanidad, el Homo sapiens está en condiciones de alterar deliberadamente el rumbo de su propia especie y convertirse en el último sapiens.”

Dicho así, no solo es preocupante, sino que genera la incertidumbre de en qué se convertirá “el sapiens”. Claro, que el autor lo plantea desde el punto de vista científico y de si la ciencia debe seguir investigando para poder modificar al “sapiens” y convertirlo en otra cosa, en otra especie.

Un tremendo dilema al que se debe enfrentar la ciencia, pero no solo ella, también, la medicina, las especialidades humanísticas y la propia ética. Algo muy serio.

En contraste con la seriedad del asunto planteado, resulta llamativo que el mundo científico no se esté preocupando por la “degeneración del sapiens actual” y más que investigar sobre la posibilidad de crear “un ser nuevo”, debería intentar “arreglar” a los actuales “sapiens”, porque la “avería” es grande y preocupante.

Se podría decir que, sin necesidad de ayuda científica, el actual “sapiens” está mutando a “stultus homo”, que en “Román paladino” no es otra cosa que “el hombre idiota”.

Porque resulta descorazonador, para el futuro de la especie, que la idiotez se esté instalando en las mentes de los “sapiens” a mayor velocidad que los diferentes virus que circulan por el mundo. Siendo, además, más fácil encontrar una vacuna contra cualquiera de esos virus que dar con el antídoto de la estúpida idiotez.

Que un medio manipula una noticia hasta darle la “vuelta como un calcetín” a la verdad, pues nada, ahí están esas legiones de “stultus homo” dando credibilidad a la misma y divulgándola como “palabra de Mesía”.

Que se recorta-manipula una fotografía, originariamente realizada sobre varias personas, y se deja solo a una, en una “pose” que se presta a la interpretación manipuladora, pues esas mismas, u otras legiones, de “stultus homo”, hacen su agosto soltando unas barbaridades que producirían vergüenza propia, a cualquier “sapiens”, pero sapiens de los de verdad.

Que se produce la dimisión de una responsable política o institucional, pues “legionarios/as” se lanzan a todo tipo de comentarios como si realmente supieran de causas distintas a las expuestas para dimitir. No es que no exista pudor y respeto por las personas, es que no existe el más mínimo respeto para consigo mismo. El “autorespeto” se sitúa al mismo nivel que el sentido del ridículo, a nivel del mar.

No, la ciencia está equivocando el enfoque, no necesitaría incrementar su investigación en el desarrollo del genoma humano, sino dedicar sus esfuerzos en el estudio de los métodos manipuladores que utilizan los medios y que tan buen resultado está dando para idiotizar a la humanidad. Ahí es donde debe incidir la ciencia, pues si de lo que se trata es de ver la posibilidad que el “homo sapiens” torne a otra cosa, ese “hecho trascendente” ya ha ocurrido, el sapiens ha tornado en “staltus”.

También decía este autor -José A. Ruíz-:

“Es especular, pero es muy probable que ya haya nacido alguien que no es un Homo sapiens”.

Y digo yo, ¿Pero este hombre en qué mundo vive? ¿Cómo que es muy probable que “haya nacido alguien”? Millones, hombre, millones han nacido ya y vuelan por el espacio virtual como los pájaros de Hitchcock.

Y si quiere la evidencia empírica, pues que se de un “paseo” por las llamadas redes sociales – que, dicho sea de paso deberían denominarse «asociales»-, y se asombrará de la capacidad intrínseca que anidamos para mutar al “sapiens” en cualquier cosa menos en “sabios”. Más bien en “Staltus”.

Al paso que vamos, el calentamiento global no será la causa de la extinción de la especie, sino que será la estupidez, extendida como «plaga bíblica».

¡Ah, se me olvidaba! Esa plaga de «stultus homo”, afecta por igual a las diferentes clases sociales, no distingue de ideología, ni de responsabilidades sociales o políticas, ni, tampoco, de sexo.

Ya digo. ¡Camino de la extinción!

Rafa Valera 20_07_2022

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