Como he comentado varias veces, mantengo una especie de “masoquismo mañanero”, revisar entre diez y doce medios de comunicación cada mañana.
Es una forma, como otra cualquiera, de preparar la mente para hacer frente al resto del día.
Sabiendo con los “bueyes” que ara cada medio -la mayoría podrían formar parte de la misma yunta-, pues resulta más llevadera esa tarea y, además, permite olfatear cómo respira cada cual y el fétido aliento que transmiten.
Pues desde hace unas semanas, vengo observando como una buena parte de “todólogos/as” que nos iluminan con su sapiencia, han empezado a trocar en “profetas otoñales”. Se nos advierte que habrá un otoño “caliente”, “difícil”, “duro”, “preocupante” … y así diferentes adjetivos, todos ellos, con la suficiente carga de negatividad correspondiente.
Pero claro, esto es algo cíclico. Basta retroceder en el tiempo y leer lo que decían estos, u otros, agoreros hace unos años. Ahí están las hemerotecas -o en mi caso, el archivo donde guardo muchas de las cosas que se publican-, para ver como el nivel de acierto es muy reducido y cuando eso ha ocurrido -alguna vez- las posibilidades de errar eran altamente reducidas.
Revisaba esta mañana algunas de las publicaciones que se realizaron hace más de tres años, sobre las previsiones económicas en la Unión Europea. Un problema coyuntural de la industria automovilista alemana hacía “saltar las alarmas” de estos profetas y sin el más mínimo rigor analítico, auguraban la entrada en recesión de Alemania y el efecto arrastre que ello produciría en el resto de la UE. Pero Alemania no entró en recesión, su PIB creció el 0,6% una vez superada la coyuntura -recordemos que en 2018 se establecieron nuevos estándares de contaminación que deberían cumplir los automóviles y eso produjo un impacto importante en la industria que hubo de adaptarse a una nueva situación, sin olvidar las demandas en las que se vio envuelto uno de los principales fabricantes por la falsificación de los certificados de contaminación de sus motores-. El PIB de la UE creció el 1,9% y el de España un 2,1%
Pues leyendo estas publicaciones, no he tenido más remedio que hacer una comparación entre esas de 2019 y las que nos vienen obsequiando los medios españoles desde hace unas semanas.
Cuando en los primeros días del mes de julio se conocían los datos de evolución del empleo, estos “profetas del mal” se lanzaron a minimizar los mismos y en un alarde de ingenio hubo un medio que sacaba este titular:
“La EPA de otoño pondrá a prueba la reforma laboral del Gobierno tras la polémica por la renuncia del presidente del INE”
No me diréis que el titular no es “ingenioso”. No solo mezcla “churras con merinas”, sino que en un alarde de “prestidigitación” nos viene a decir que el futuro de la Reforma Laboral no depende de la macha de la economía, sino de quién sea el presidente del INE, pues sin duda el que durante el primer semestre se hayan firmado más de un millón y medio de contratos indefinidos y el paro haya bajado al 12,48% – la tasa más baja desde 2008-, no es algo achacable a la política del gobierno sino a la presidencia del INE.
Días después de esto, otro “profeta” vaticinaba: “en otoño se producirá una ralentización en el crecimiento del empleo” ¡Bingo!
Hasta el más “tonto del pueblo” sabe que tras los meses de verano -debido a la temporada turística- se produce un incremento de las contrataciones y que estas caen durante los medes de otoño e invierno.
No contentos con ello, y debido a los datos de la EPA y del crecimiento del PIB, se agarraban a la alta inflación para volvernos a “prometer” un otoño lleno de penalidades y quienes un día antes habían publicado a todo “trapo” la entrada en recesión de EE.UU. -por cierto, con un 9,1% de inflación a mes de junio y con más de medio punto que España en el acumulado del presente año (6,3% EE.UU., 5,7% España)-, minimizaban la importancia del crecimiento de nuestro PIB que, no olvidemos, en tasa anual creció un 6,3%.
¿Quiere esto decir que el futuro es de “vino y rosas”? Ni mucho menos, el futuro, como todo lo que está por venir, es incierto y las circunstancias que concurren en el mundo no son las mejores, ni para la economía, ni para la propia vida. Pero bien sabemos, que “la economía es un estado de ánimo” y, si bien no podemos tomar esta cita de manera literal, la influencia que el estado de ánimo tiene en ella es importante.
Es cierto que todo puede empeorar. Parece que es lo que desean esta “legión” de profetas, agoreros y adivinos.
Tal vez por ello, estos “profetas del mal” estén empeñados en conseguir la depresión colectiva, que nos veamos invadidos por el pesimismo y los malos augurios y con ello lleguemos al “efecto Pigmalión”, más conocido por “la profecía autocumplida”.
Porque la gente no reacciona simplemente a cómo son las situaciones, sino también, y a menudo principalmente, a la manera en que perciben tales situaciones, cómo les llega la información y al significado que le dan a ésta. Por tanto, el comportamiento está condicionado, en gran parte, por la percepción y el significado que atribuyen a la información que describe las situaciones en las que nos encontramos, no solo la nuestra, sino la que nos “dibujan” de los demás.
De manera que, una vez que una persona se convence de que una situación tiene cierto significado, al margen de que realmente lo tenga o no, terminará adecuando su conducta a la percepción que de ella tiene, y esa forma de actuar termina teniendo consecuencias encaminadas a favorecer que se cumpla lo “profetizado”.
Ahora, “profetas del mal”, andan empeñados en convencernos de la maldad que tiene ese impuesto extraordinario a energéticas y banco. Yo también creo que es un impuesto malo, pero para las empresas afectadas, no para la mayoría social que, sin duda, saldrá beneficiada de ello.
A estos personajes se les olvida contarnos dos cosas importantes, la primera es que cuanto peor nos vaya a la mayoría mejor les irá a ellos, pues el “cache” subirá y habrá más “platós” que visitar. La segunda, que caso de no cumplirse esas “profecías”, comprometerse a pedir disculpas públicas. Sería un acto de contrición, pues ya que la mayoría son fervientes católicos deberían actuar de acuerdo con su “libro sagrado”, que castiga fuertemente a los falsos profetas y pedir perdón.
Pero me temo que estos “todólogos” son de los que nunca se equivocan y si acaso no aciertan, pues será culpa de las circunstancias que cambian a “su antojo”.
Rafa Valera 31_07_2022
1Rafa Valera