8 de marzo, origen y significado.

Se celebra mañana, 8 de marzo, El Día Internacional de la Mujer, antes llamado Día de la Mujer Trabajadora.

Este día fue institucionalizado por la ONU en 1975, pero para llegar a ello, hubieron de producirse múltiples luchas, acontecimientos trágicos y la persistencia de muchas mujeres que dedicaron sus vidas a reivindicar un derecho, el de igualdad con el hombre, que hoy puede verse como algo natural, (aun a pesar de los residuos machista que anidan en nuestra sociedad) pero que hace un siglo o más, se veía de manera muy diferente.
Es por ello que deberíamos contemplar la lucha de la mujer por el derecho a la igualdad, con la perspectiva histórica, con los “usos y costumbres” de la sociedad de hace cien, ciento veinte… ciento cincuenta años, e intentar situarnos en esa época, con la educación, la cultura y los valores morales, religiosos y sociales imperante en cada momento, para poder comprender las enormes dificultades en las que se desarrollaba esa “desigual pelea”. Si pretendemos analizar esa lucha con la mentalidad de hoy y las circunstancias propias de nuestra época, no solo estaremos cometiendo un error, sino que difícilmente seremos capaces de imaginar las vicisitudes por las que ha transcurrido el movimiento feminista.

Solo como apunte, recordar que la lucha de la mujer por sus derechos, se remonta a casi dos siglos, con figuras como Flora Tristán, que mantenía que la situación de las mujeres se derivaba de la aceptación del falso principio que afirmaba la inferioridad de la naturaleza femenina. A Flora Tristán se la puede considerar como la “figura” de transición entre el feminismo de raíz ilustrada y el feminismo de clase.
Fueron muchas las mujeres que durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, dedicaron su esfuerzo, su lucha por conquistar espacios de libertades y derechos reservados en exclusividad a los hombres. Mujeres anónimas, cuya lucha no se vio reflejada ni en la historia ni en los logros inmediatos de la misma. Pero esa lucha no fue en vano, hubo siembra y más tarde se pudo cosechar frutos de la misma.

Personalidades como Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin en el ámbito europeo, o Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal y Rosalía de Castro en España, dedicaron su esfuerzo en la defensa de cambios jurídicos y educativos. Fueron precursoras que, gracias a su carácter, circunstancias personales y labor desarrollada, alcanzaron la merecida notoriedad, pero se carecía de un movimiento organizado que encauzara esa lucha tan desigual como justa.
De justicia es también recocer, la notable influencia que, sobre el incipiente movimiento feminista, ejerció la obra de August Bebel, (destacado dirigente del Partido Socialdemócrata Alemán) publicada en 1879, “La mujer y el socialismo”.

Sería en los primeros años del siglo XX cuando empiezan a estructurarse los movimientos feministas dentro de los partidos obreros. Al margen de las diferentes personalidades femeninas, antes señaladas que, de manera individual habían dejado constancia social de la defensa de esos derechos. Es en esos años cuando se constituyen los primeros grupos feministas, y ellos en torno al pensamiento socialista. En España, surge un primer movimiento, alentado por las Juventudes Socialistas, en Bilbao, donde se constituye la primera agrupación de mujeres socialistas, siguiéndole posteriormente Madrid.
El contar con estructura organizativa, posibilita al movimiento feminista plantear propuestas concretas que, por un lado, den visibilidad social y por otro se vayan modificando leyes en pro de los derechos reclamados. Se empiezan a celebrar los primeros mítines protagonizados por mujeres, como el celebrado en el teatro Barbieri de Madrid, el 3 de julio de 1910, organizado por el “Grupo Feminista Socialista”, y entre cuyas intervinientes aparece Carmen de Burgos Seguí (Columbine).
Es precisamente una propuesta defendida por Clara Zetkin y Kathy Duncker, en el seno del II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas, celebrado en Copenhague en el mes de septiembre de 1910, la que plantea la necesidad de conmemorar un “Día Internacional de la Mujer”. La decisión se adopta por unanimidad, como Resolución, en un gesto de solidaridad internacional con los delegados de Estados Unidos que habían honrado la huelga de las trabajadoras del textil en 1910 con un Día de las mujeres de EE.UU.
La primera vez que se celebró el “Día Internacional de la Mujer”, fue el 19 de marzo de 1911. Varios países celebraron el día con mítines en los que, con una asistencia que superó el millón de personas, se exigieron para las mujeres el derecho de voto y el de ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.
Menos de una semana después, el 25 de marzo de 1911, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes, murieron en el trágico Incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York, por no poder salir del edificio, habían sido encerradas, las puertas bloqueadas, no había posibilidad de escapar. Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral de los Estados Unidos, y en las celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer se hizo referencia a las condiciones laborales que condujeron al desastre.

En España mientras tanto, destacan figuras como María Cambrils Sendra, militante incansable, autora de una de las obras fundamentales de la liberación de la mujer “Feminismo Socialista”. Obra que fue editada a sus expensas y que dedicó a Pablo Iglesias, al que consideraba como un ejemplo de “venerable maestro”.
Otras figuras femeninas que mantienen su permanente lucha, además de las señaladas anteriormente, son:
Amparo Martí, escritora y activista del cooperativismo y del socialismo en Barcelona, cuyo verdadero nombre era Micaela Chalmetta.
María Lejárraga y García, también conocida como María Martínez Sierra. Lejárraga fue una de las fundadoras del feminismo en España y también uno de los más claros ejemplos de lo que ha sucedido a lo largo de tantos siglos, (sus publicaciones aparecen con el nombre de su marido, también escritor, que de forma consentida o no, viene a “expoliar” sus obras)
Matilde de la Torre Gutiérrez, escritora y periodista. Colaboradora de La Región y El Socialista. En los años veinte creó en Cabezón de la Sal la “Academia Torre”, empresa educativa en la que se empleaban los principios pedagógicos de la educación integral, difundidos por la Institución Libre de Enseñanza.
María Vinyals y Ferrés, escritora y pintora miembro de la Agrupación Socialista Femenina de Madrid y asidua conferenciante en las Casas del pueblo.
Virginia González Polo, Guarnecedora (Ribeteadora de calzado). Colaboradora con las publicaciones periodísticas obreras. Fue fundadora, y presidió Grupo socialista Femenino de Bilbao y posteriormente, tras su traslado a Madrid, se integró en el de esta ciudad. Desarrolló una intensa actividad sindical, y sería la primera mujer elegida para formar parte de la Comisión Ejecutiva nacional de UGT.
Por último, resaltar las figuras de Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken, primeras mujeres elegidas diputadas en 1931, al proclamarse la II República. Periodo en el que no me voy a extender, pues ha sido objeto de un amplio comentario en otro post ya publicado, pero si resaltar el logro de ser reconocido constitucionalmente el derecho al voto. Derecho que hasta entonces solo podían ejercer los hombres.

Con la finalización de la Guerra Civil, el triunfo del franquismo y la implantación de la dictadura, la mujer sufrió una tremenda involución. A las humillaciones, los fusilamientos y el aislamiento al que el “nuevo régimen” sometió a las mujeres republicanas, o cercanas a la república, se le añadió la abolición de cuantas leyes habían reconocido derechos para la mujer. De manera que “la nueva España” nacía relegando de nuevo a la mujer a su papel de madre y esposa con la subordinación a la jerarquía masculina. Se rescataron y pusieron en vigor los artículos del Código Civil de 1889, en los que se recogía “la obediencia de la mujer al marido, su incapacidad jurídica, la patria potestad masculina y la imposibilidad de la mujer de abandonar el hogar paterno antes de cumplir los 25 años, excepto si era para contraer matrimonio. Años más tarde se establecería, por medio del “Fuero del Trabajo” medidas que impedían el acceso de la mujer a determinados sectores laborales, así como la obligación de abandonar el trabajo en el momento de casarse. Y como dato curioso, resaltar el «delito de adulterio» que, aunque establecía: «Cometen adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido, y el que yace con ella, sabiendo que es casada…», en la práctica solo las mujeres eran las receptoras de la pena. Este delito sería abolido, en España, en 1978 y como consecuencia de la acusación que de «Adulterio» sufrió María Ángeles Muñoz, una mujer de unos treinta años, que en plena «Transición» provocó una gran manifestación con el lema de «Yo también soy adúltera».

Del periodo democrático, tras la Constitución, no voy a comentar nada pues está en la mente, y hemerotecas, pero que en cualquier caso, no ha sido un «camino de rosas». Si acaso, llamar a algunas reflexiones sobre nuestras propias vivencias, y alguna que otra interrogación a nuestras conciencias ¿Éramos feministas en esa época, hace cuarenta años, o por el contrario hemos ido «adquiriendo» el feminismo como consecuencia de la educación y la toma de conciencia? Y si esto es así…¿Hubiese sido posible adquirir esa conciencia sin el empuje de las mujeres que han peleado por ello?

Si somos honestos con nosotros mismo, y me refiero muy particularmente a los hombres, hemos de reconocer, al menos yo así lo hago, que seguramente no hubiésemos adquirido ese grado de conciencia y compromiso de no haber sido por el empuje de las «compañeras de viaje» que, en nuestra militancia y en nuestra vida, nos han «indicado el camino».
Hoy, en esa lucha por la igualdad plena, podríamos decir con orgullo, que muchos, muchísimos hombres participamos de ella, condicionados por nuestras “taras educacionales”, pero con la esperanza en que llegue un día en el 8 de marzo sea una fiesta de celebración y no la “fiesta de la reivindicación”. Será la señal de haber llegado a la meta.

¡Muchas Felicidades, compañeras!

Y el merecido reconocimiento también a: Margaret Fuller, primera mujer periodista en la redacción de un periódico de EE.UU. Nisia Floresta, pionera del movimiento feminista en Brasil, Virginia Woolf, que desde sus obras literarias desafió a las normas sociales de la Inglaterra de la época. Alfonsina Storni, primera mujer en ingresar en la «Comunidad de escritores» argentinos. Paulina Luisi, sufragista uruguaya, primera mujer en llegar a la Facultad de Medicina de la Universidad de la República de Uruguay. Frida Kahlo, icono feminista de la historia de México. Marie Curie, primera mujer en obtener el premio Nobel y en ocupar una cátedra en La Sorbona. Simone de Beauvoir, autora de la «biblia» del feminismo: «El segundo sexo». Y tantas y tantas otras que, desde su anonimato, o desde su popularidad, han contribuido a que más de la mitad de la población hayan ido adquiriendo los derechos y libertades que en justicia les corresponde.  

Rafael Valera 07-03-2020

Fuentes: Archivos de la fundación Pablo Iglesias.
Diferentes enciclopedias históricas consultadas.

Nota: He omitido en el «reconocimiento» a las mujeres celebres españolas, pues pueden estar en la mente de todos/as. Pero no por ello, deberíamos dejar de dar un repaso a la memoria y seguro que nos llegan los nombres de muchas de ellas.